La Argentina ocupa el puesto 11º entre los principales productores del mundo y el 6º entre los exportadores. En los últimos años, aumentó tanto la producción como las exportaciones –se pasó de 6 a 9 mil millones de litros entre 1991 y 2004– gracias a la aplicación de alta tecnología tanto en la cría como en las instalaciones lácteas. La cuenca lechera más importante se localiza sobre el límite de Córdoba y Santa Fe, con razas Holando–Argentino, Jersey y Pardo Suizo. Tecnológicamente, por un lado existe una tecnología aplicada al rodeo de animales: alimentación, cuidado sanitario y reproducción (inseminación artificial); y por otro, la que se aplica al producto (mecanización del ordeñe, enfriado o refrigerado y control de calidad). Ambas están presentes en todas las cuencas, pero aún persisten tambos operados manualmente. El sector lechero argentino no escapó a los procesos de modernización agropecuaria: también se encuentra sufriendo un proceso de concentración y de creciente dependencia de la mayoría de los pequeños tambos con respecto a las grandes empresas lácteas (como las famosas Sancor y Mastellone Hermanos, las dos grandes empresas lácteas del país), a las cuales venden su producción –con escaso o nulo margen de discusión en los precios–, y, si históricamente destinó su producción al mercado interno, en la actualidad también tiene como destino el mercado externo.
La producción láctea se concentra principalmente en Buenos Aires (Mar y Sierras, Oeste, Abasto Sur y Abasto Norte), Entre Ríos (Cuenca “B” y Cuenca “A”), Santa Fe (Sur y Central), Córdoba (Sur, Villa María y Noreste), La Pampa (La Pampa) y Tucumán (Cuenca de Trancas).
La región pampeana concentra cerca del 80% de la producción lechera de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. La leche se obtiene en los tambos, agrupados en el territorio en forma de núcleos o cuencas, cerca de las usinas, plantas industriales donde se procesa la leche. Las cuencas lecheras se ubicaban cera de las grandes ciudades, a las abastecían. Con la industrialización más compleja de los productos lácteos, y con la obligatoriedad de la pasteurización (en la década de 1960), las cuencas se expandieron hacia zonas más alejadas. En general, la cadena láctea argentina cuenta con gran diversidad y calidad de productos que favorecen su inserción en el mercado externo. Se caracteriza por la concentración de empresas: 15.250 tambos y 848 plantas reciben leche, sólo nueve empresas concentran el 51% de la recepción y tres firmas determinan el valor del 57% de los productos. En los últimos años ha disminuido el número de tambos, principalmente los más pequeños y escasamente tecnificados. A partir del año 2004, la Argentina abrió nuevos destinos de exportación –Argelia, Venezuela y México–, aunque aún tiene gran dependencia del mercado interno que concentra casi el 80% de la producción nacional de leche, como ya se ha dicho anteriormente.
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